Si el entrevistado presenta angustia o inhibición acentuada, el perito
debe intentar que se sienta cómodo, permitiéndole hablar libremente y, si se le
formulan preguntas, serán de acuerdo con la capacidad de comprensión del
entrevistado. Si, éste no quiere hablar al psiquiatra es aconsejable
interrumpir la entrevista para reemprenderla más adelante.
Al guiar la entrevista el perito debe
permitir una libre expresión de pensamientos y sentimientos, dejando que el
examinado cuente su historia; las lagunas se rellenaran más adelante. Se debe
prestar atención a lo que dice el paciente, a cómo lo dice y que es lo que
omite. Es posible que lo omitido, tenga una especial trascendencia para el
examinado.
Hay que evitar encuadrar de primeras al
individuo en un esquema preestablecido, por medio del mecanismo de la
“percepción selectiva”, en el que el perito únicamente percibe, del conjunto de
síntomas que le refiere el paciente; aquellos que coinciden con el presunto
diagnóstico que erróneamente a establecido antes de tiempo.
El registro de la conversación o de los
datos más interesantes de ésta es necesario hacerlo de forma prudente, pero
realista (las palabras y frases textuales se entrecomillaran). Estas notas, es
aconsejable no tomarlas a principio de la entrevista, sino tras haber sido
escuchado y enfocado globalmente al individuo, cuando explique algo que
presumiblemente le moleste que sea escrito, se debe interrumpir la
transcripción.
Hace unos años, era impensable grabar
las entrevistas, por un lado por el tiempo que se perdía en la reproducción y
porque en los centros donde se llevaban a cabo no existían medios materiales
adecuados para ello. Hoy en día, esto ya no ocurre en la mayoría de las instituciones
tanto públicas, como privadas y, además es conveniente hacerlo siempre
informando al entrevistado que se va a
proceder a la grabación.
De ser posible, la entrevista debe
efectuarse a solas con el entrevistado. Si se trata de un detenido, custodiado
por agentes de policía, éstos deben estar situados por detrás de él, lo más
lejos posible; si es posible, el detenido entrevistado, no es conveniente que
esté delante del médico esposado.
Las preguntas que dirijamos al
explorado deben ser neutras; deben evitarse las preguntas sugestivas, tanto las
sugestivas positivas (¿usted se siempre…), como las negativas (usted nunca…)
pues en virtud del fenómeno de la ecolalia (tendencia a responder en eco la
última palabra de la pregunta), prefijan la expectación de una determinada
respuesta (“si” o “no”).
No hay que dejar de lado el lenguaje no
verbal (expresión facial, mirada, gestos, mímica, posturas corporales, tics,
farfulleos, silencios, interrupciones, etc.)
Se debe evitar toda actitud de asombro,
desaprobación o crítica, por más ofensivas que parezcan las revelaciones de la
conducta de un procesado (homicidios, agresiones sexuales, torturas…). Además,
se debe manifestar respeto por las ideas personales, políticas, religiosas…del
examinado.
Gran parte del éxito de una entrevista
se centra en el saber escuchar. Hay que demostrar al examinado que se valoran
tanto sus posibles deficiencias psíquicas, como sus cualidades. Hay que usar un
léxico al nivel cultural del paciente, nunca debe mostrarse superior a él.
De vez en cuando, puede ser
aprovechando un silencio, conviene hacer un resumen de lo relatado hasta ese
momento por parte del entrevistado, para que pueda comprobar que le hemos
escuchado con atención y que puede completar, incluso modificar lo dicho.
En cuanto a la intensidad del contacto
existen, criterios que dependen de la nacionalidad y de la corriente
psicoterapéutica de los autores. Así, la corriente alemana, británica,
norteamericana y psicoanalistas, recomiendan evitar la intromisión en la intimidad
del presunto enfermo, no mirándole a la cara mientras éste habla, aconsejándose
que la mesa esté oblicuamente situada, de modo que la mirada del médico se
pierda en el vacío. Otros autores en cambio si miran a la cara, pero procurando
una mirada no intimidante (centrada en un punto equidistante).
El lugar de la entrevista debe ser lo
más agradable y tranquila posible, no debe ser interrumpido en ningún momento,
excepto en el caso de enfermos peligrosos siempre y cuando sea necesario por
seguridad del paciente y del médico.
Respecto al atuendo del medico debe ser
limpio, respetuoso y sin estridencias, puede ser con traje de calle e incluso
con bata y pijama, en función de la costumbre del médico. Se dice que el uso de bata refuerza la idea
de que se está ante un profesional de la medicina y se minimizan las
situaciones de inhibición.
Durante la entrevista las preguntas más
finalistas e informativas deben dejarse para el final (última parte de la
entrevista). Si el paciente se alarga en la misma, sin aportar información
adecuada, se le debe indicar de forma educada que es conveniente realizar otro
reconocimiento.
Fases de la entrevista
- Primer tercio: mientras el paciente
nos cuenta su biografía el médico debe fijarse e ir anotando los síntomas que
vaya apreciando.
- Segundo tercio: debe comenzarse con
la exploración sistemática de las funciones psíquicas (orientación espacial
temporal e incluso espacial, conciencia, percepción, estado emocional,
pensamiento (contenido y forma), lenguaje estructurado o no, gramaticado o no,
psicomotricidad, inteligencia…).
- Tercer tercio: Antes de que la entrevista llegue a su última
parte, debe haber aclarado los siguientes puntos:
. Aspectos sociales, laborales,
familiares del examinado.
. Problemas en estas áreas y origen de
los mismos (perimundo o propio paciente)
. Cronología de estos problemas, puestos
en relación con sus problemas judiciales y hechos previos).
. Entrevistas previas por los mismos
problemas (por quien, cuando, donde, cuanto tiempo…)
. Idea que se ha formado el entrevistado
de su propia situación, si tiene conciencia o no de enfermedad, si simula o
disimula…
. Si para aclarar el diagnóstico se
precisaron pruebas complementarias…
El medico debe saber separar los hechos
de las interpretaciones
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