Un abuso del Principialismo que rige la bioética


Una vez más, desde que tengo conciencia de los peligros que conlleva para el ser humano la manipulación genética, en especial, en los casos sin control legal, revivo con angustia las barbaridades que la misma puede desencadenar en el hombre como especie animal dotado de inteligencia y voluntad.

En esta ocasión -no es para menos- retomamos el polémico tema de la eugenesia y bioética, como consecuencia del nacimiento en china de dos niñas gemelas a las que, al parecer, se les ha modificado un gen para que en el futuro no sufran, las ya no tan temibles, consecuencias del SIDA.

A  estas niñas, por una decisión caprichosa, poco acertada, ilegal tanto en España, como en China y, por supuesto,  alejada del común saber y sentir de la mayoría de los expertos a nivel mundial, las van a someter, de por vida, a privaciones que van en contra de todos los derechos del niño y derechos humanos. 

Se les ha privado de la dignidad humana, elevándolas a la categoría de objetos sobreros de experimentación, a sabiendas de que el método no está depurado y, de que sus células,  prácticamente con seguridad, van a desarrollarse con anomalías, al menos desde el punto de vista genético, pues las alteraciones en la molécula de la vida (ADN) no se solucionan tan fácilmente con un "corta y pega" de genes o fragmentos de los mismos.

Se ha abusado del Principialismo que rige la bioética,  como conjunto de valores que hay en el mundo. Se ha negado de un plumazo el principio de autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia. En definitiva, se ha pisoteado el Informe Belmont (1979), documento creado por la Comisión Nacional para la Protección de los Seres Humanos de Investigación Biomédica y del Comportamiento.

Y, me pregunto... ¿De qué hipótesis de trabajo ha partido este pseudocientífico chino? ¿Qué tipo de cortocircuito neuronal le ha llevado a semejante aberración humana?

No se por qué, pero creo que mis preguntas se quedarán, por tiempo, con él interrogante. Solo deseo que cerebros chinos o de cualquier otro país respeten uno de los valores primordiales del ser humano, su dignidad.

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