Demencias y su interés médico legal: concepto general

El termino demencia proviene etimológicamente del latín “dementia” y su significado según la RAE en su primera acepción es “locura, trastorno de la razón” y en la segunda “deterioro progresivo de las facultades mentales que causa graves trastornos de conducta”. 

La utilización de esta palabra se remonta a los orígenes de la medicina (Martínez-Lage, J.M., 1998), inicialmente el concepto era muy amplio, abarcaba prácticamente cualquier tipo de trastorno mental o de conducta. Jaspers, entendió la demencia como la “perdida de facultades psíquicas sobrevenidas una vez que éstas han llegado a un pleno desarrollo”.

Es una locución que ya se lee en el poema "De rerum natura" de Tito Lucrecio (siglo I a. C.). También, en el ensayo "De senectute", Cicerón (106-43 a.C.) se describe y defiende que la pérdida de memoria del anciano es una enfermedad cerebral añadida a la ancianidad. Celsius (30-50 a. C.), posiblemente, fue el primer científico en utilizar la expresión demencia como término médico, hasta que Arateus en el siglo 2 d C. introdujo el concepto de "demencia senil" reconociendo como único factor de riesgo la edad. Pablo de Aegina, en el siglo VII, intentó distinguir el deterioro cognitivo debido a demencia, del de la demencia que acompaña al retraso mental.

En el siglo XVI se introduce el concepto de "demencia secundaria", debido a la sífilis. Se sabe que es en el siglo XIX cuando el conocimiento de la demencia progresa con descubrimientos como los de Arnold Pick en 1892, quien describe la demencia asociada a afasia; Kraepelin en 1894 distingue entre demencia senil y demencia arteriosclerótica; Biswangerm, en 1998, sugiere el adjetivo “presenil”; Alzheimer en 1904 describe la histopatología de la parálisis general, dando tres años más tarde su nombre a la demencia degenerativa idiopática.

En 1822, Bayle presentó su trabajo clínico-patológico, en el que demostraba que los síntomas físicos y mentales de la parálisis general progresiva (PGP) podían curar. Esto hizo cambiar el concepto de demencia, que empezó a considerarse, por aquel entonces, como el resultado de una enfermedad orgánica (De la Vega, R. y Zambrano, A., 2012).

Según Prichards, J, C, (1837) fue Culen en 1793, el primero en reconocer la demencia senil como una entidad médica, pero hubo que esperar hasta el siglo XIX para que el término demencia se utilizara para referirse de forma específica a una afectación cognitiva global y adquirida, diferenciada del retraso mental, delirio y procesos que cursan con alteración del pensamiento.

En definitiva, los grandes avances sobre ella se producen en la primera mitad del siglo XX, así vemos que Kraepelin, en 1903, ya diferenció la demencia senil pura de la demencia arteriosclerótica. Posteriormente se identificó un sustrato anatómico, la placa senil, descrita entre 1910 y 1914 por Fisher, Alzheimer, Perusini y Sinchowicz. Al mismo tiempo, se objetivó una diferenciación en la edad de inicio de ciertos procesos demenciales, designándose con el nombre de demencias preseniles a las de presentación en una edad más precoz. Creutzfeldt y Jakob (1920) describen la demencia producida por virus lentos.

Pero es a partir de 1960, cuando la demencia se considera una entidad nosológica crónica e incurable. Excepto las de causa secundaria, las cuales pueden ser reversibles, tal como la derivada de la hidrocefalia que con un tratamiento adecuado regresa.

Jaspers, definió la demencia como la pérdida de las facultades psíquicas sobrevenida una vez que estas han llegado a un pleno desarrollo. La pérdida de estas facultades conduce a la anulación de la personalidad, es decir, la demencia no puede ser jamás congénita, precisándose que las facultades cognitivas hayan llegado antes a su pleno desarrollo para posteriormente, por las distintas circunstancias etiológicas, estas facultades mermen e incluso desaparezcan.

La diferencia existente entre demente y oligofrénico es que el demente es un rico de mente que ha perdido su riqueza, mientras que el oligofrénico ha sido siempre pobre. Es decir, la demencia es una deficiencia adquirida, revelándose la destrucción de la personalidad, sobre todo, en la esfera intelectiva.

La mayoría de los procesos demenciantes tienen un sustrato anatómico, siendo originados por agentes patógenos externos; dos de sus formas clínicas mas importantes, la demencia senil y la demencia arterioesclerótica, son tipos puros de procesos orgánicos, entendiéndose en psiquiatría por proceso patológico el cambio psíquico completamente nuevo sufrido por un cerebro hasta entonces sano, caracterizado por una tendencia a la cronicidad y destructividad, y por ser psicológicamente incomprensible.

Es decir, demencia significa: déficit adquirido (por destrucción o regresión) del nivel mental, siempre que sea de naturaleza lesional la causa que ha originado y se considere irreparable (si bien es factible, según en la fase final, aun nivel meramente vegetativo de absoluta invalidez social. Los procesos demenciales están tipificados por una progresiva y total destrucción de las adquisiciones personales, reduciendo al individuo,

Es posible que, durante un cierto tiempo, el enfermo conserve algunos hábitos, encubriendo su decadencia mental mientras práctica acciones disparatadas y, con frecuencia, delictivas: es el período médico legal de las demencias.

Desde el punto de vista de la anatomía macroscópica, hay tres tipos de lesiones demenciales:
1.- Por lesión focal burda (traumatismo, hemorragia, neoplasia, etc…).
2.- Por proceso difuso (arterioesclerosis, etc.).
3.- Por lesión de órganos (endocrinos, neurovegetativos, etc.) que ejercen un influjo directo sobre el funcionamiento del cerebro.

En cuanto a la anatomía patológica microscópica, se distinguen las demencias atróficas (en las que las neuronas se vacuolizan y disgregan), las esclerosas (producidas por obliteración vascular, isquémica y degeneración secundaria), y las tóxicas (impregnación celular progresiva de productos nociceptivos).

Psicodinámicamente, aegún Gruhle, se diferencian: las formas aperceptiva (suma de todas las experiencias pasadas, ya sean sensorias o reflectivas, implicadas al atribuir significación a cualquier objeto de acuerdo con Herbart y Friedrich), afectiva (ausencia de emociones, vacío afectivo, afectividad restringida, embotamiento e indiferencia afectiva), mnésica ( capacidad que tenemos todos para hacer actual algo que ha acontecido en el pasado, nos permite retener aquellos acontecimientos que hemos vivido, para posteriormente recordarlos, evocarlos y localizarlos en el tiempo y espacio) y conativa o apelativa (función que se utiliza para ordenar, pedir o preguntar, es una función del lenguaje que se utiliza en el habla cotidiana).

Ante todo enfermo de proceso demenciante, el perito psiquiatra debe investigar: el grado que ha alcanzado su defecto, la extensión de la zona psíquica afectada y la velocidad del proceso; así situaremos exactamente la enfermedad en cuanto al diagnóstico y pronostico, y podremos informar a los jueces de los aspectos psiquiátricos de interés médico legal.

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