El informe pericial es formalmente un documento que materializa la respuesta a las cuestiones sobre las que se pregunta al perito. Debe elaborarse de forma concreta y precisa de manera que aporte a los Jueces, Magistrados, fiscales y abogados la información requerida de forma comprensible, concisa y adaptada a sus necesidades.
Todo informe pericial debe dejar constancia del mayor número de datos posibles, así como de las fuentes de información de las que ha dispuesto el perito, puesto que el grado de fiabilidad la pericia esta directamente relacionada con los instrumentos y datos que el perito selecciona para emitir su opinión técnica, pues la escasez de elementos induce a dudar del resultado, tal como diversas sentencias lo han manifestado.
Así pues, aunque el dictamen pericial no es vinculante para el juez, éste para la correcta apreciación de la prueba debe implicarse activamente en su análisis, esforzándose para comprender el planteamiento técnico aducido. La actuación pericial debe estar argumentada con datos científicos. Al respecto ya Ambrosio Paré decía que “los jueces deciden según se les informa”.
El informe pericial debe reunir unas características puramente formales y otras materiales o de contenido.
Desde el punto de vista formal el informe pericial es un documento escrito, de una extensión considerable que se estructura en una serie de apartados; éstos deben redactarse de forma clara y sencilla, con el menor número de tecnicismos y sin términos confusos. Las partes de las que debe constar un informe pericial son:
• Preámbulo. Permite la identificación del perito, el solicitante y el objeto de la prueba.
• Parte expositiva. Datos en los que se basa el informe o fuentes de información de las que dispone el perito. La parte expositiva del informe o de carácter médico legal, en la que se recogen las actuaciones del perito y los datos obtenidos de las mismas.
• Consideraciones médico legales. Apartados de carácter médico forense (psiquiátrico, patología, imputabilidad, lesiones, sanidad, veracidad testimonio, antropología, identificación forense…) supone una valoración de los datos obtenidos atendiendo las cuestiones planteadas.
• Bibliografía actualizada con relación a lo peritado.
• Conclusiones que deben suponer una respuesta razonada a las cuestiones ordenadas. Deben ser cortas, claras y concisas.
• Fórmula final. Que cada uno puede usar la que estime conveniente. Particularmente, porque así me lo enseñaron mis maestros, suelo usar: “Lo cual en cuanto tengo que manifestar según mi leal saber y entender”. Tras esto se emite la fecha y la firma; ésta siempre al final del documento; el resto de hojas se firmaran en un lateral, bien de forma integra o bien abreviada..
Desde el punto de vista material en un informe pericial relacionado con el consumo de drogas, deben valorarse los siguientes aspectos (Carrasco y Maza, 1996):
1. La acreditación o no de la existencia de trastornos derivados del consumo de sustancias.
Esta acreditación se basara en el diagnostico clínico según lo detectado en la entrevista y en la exploración física y psíquica. Además, usaremos test o escalas que nos ayuden a objetivar los síntomas. Por lo general, se suelen usar escalas. De ellas, destacamos:
• la Escala de dependencia del alcohol (ADS: Alcoholism Dependence Scale),
• la escala de valoración del estilo de vida de Dartmouth (DALI: Dartmouth Assessment of Lifestyle Instrument),
• la escala de alcoholismo de MacAndrew (MAC: MacAndrew Alcoholism Scale) etc.
Respecto a las entrevistas por lo general suelen ser estructuras y adaptadas para lograr discriminar los trastornos psiquiátricos de base, de los trastornos inducidos por el uso de drogas (diagnostic interview schedule (DIS) por la que se intenta establecer diferencias entre trastornos inducidos y de los no inducidos, la AUDADIS para la valoración de trastornos por uso de alcohol y discapacidades asociadas, la PRISM -Psychiatric reseca interview for sustance and mental disorders-).También son útiles las escalas que evalúan trastornos psicopatológicos como la depresión y ansiedad y escalas para la evaluación de la gravedad de la dependencia, además de los marcadores biológicos.
2. La valoración del trastorno respecto a los efectos psicopatológicos generales y respecto a su repercusión jurídica, tanto en el momento de los hechos, como en el momento de la exploración. Se trata de aproximarse al estado del sujeto en el momento de los hechos. Para ello, nos basamos en los siguientes criterios:
2.1.- Criterio psicopatológico: hay que determinar la situación médica del paciente según las siguientes situaciones:
- Intoxicación aguda.
- Intoxicación crónico (adicción), y de la patología inducida por el consumo.
- Síndrome de abstinencia.
La valoración de la situación médica debe hacerse atendiendo a un triple criterio:
a) Cualitativo: naturaleza de los síntomas o signos clínicos.
b) Cuantitativo: Gravedad del cuadro clínico, y administración de la droga o el momento de su supresión. Para valorar la gravedad de la toxicomanía, hay que tener en cuenta en primer lugar, el tiempo transcurrido desde la comisión del mismo, la detención y el reconocimiento médico. Para lo cual, nos basamos en los siguientes factores:
- Estudio de los antecedentes del paciente en los que figuraran los tratamiento de desintoxicación o bien la asistencia.
- La aparición de un síndrome de abstinencia después de la detención
- Existencia de signos de intoxicación o abstinencia durante el reconocimiento.
- Existencia de estigmas físicos: afectación del estado general (delgadez extrema, apatía, palidez,...), esclerosis venosa, enfermedades infecciosas relacionadas con la toxicomanía, etc.
- Fracaso en la vida socio-laboral y familiar
- Estudio de la personalidad y/o detección de una enfermedad mental subyacente.
- Determinación analítica de la droga (orina, sangre, cabello)
c) El criterio médico legal: en relación entre el estado psíquico del paciente y los hechos, lo que supone un análisis estructural de su funciones cognitivas y volitivas. De forma general, podemos decir que los drogadictos tienen mermada su voluntad por aversión patológica al síndrome de abstinencia y por una afectación motivacional durante el consumo crónico, que incluye la angustia premonitoria ante la carencia de sustancia. Por lo general, la función cognitiva no suele estar afectada excepto en situaciones graves y avanzados. El adicto sabe y conoce los efectos de las drogas y de su falta, pero también conoce la posibilidad de acudir a un centro asistencial para atenuar los efectos del síndrome de abstinencia e incluso iniciar una deshabituación, por tanto no puede decirse que el drogadicto esta avocado a ser delincuente según el modelo determinista, sino que existe un margen opcional para evitar la conducta ilícita. Según la jurisprudencia son imputables.
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3. Valoración global de la personalidad y existencia de otras patologías asociadas sistémicas o psiquiátricas.
Existe una gran polémica sobre si existe un perfil típico de personalidad del drogodependiente o personalidad toxicómana, y aunque la doctrina mayoritaria opina que no, si se admite que de forma general la personalidad del consumidor de drogas se estructura sobre una alteración afectiva ( ansiedad, depresión y baja autoestima) y que la personalidad influye en la motivación que conduce al consumo, el neurótico puede utilizar la droga para aliviar la ansiedad (euforia negativa), el psicópata para conseguir una emoción (euforia positiva) y el psicótico, para aliviar la tensión o suprimir las ideas delirantes.
La coexistencia del consumo de drogas con otra patología psiquiátrica, la denominada patología dual, supone un incremento de la complejidad en la valoración, pues es bien conocido que esta asociación no sólo ensombrece el pronóstico del los trastornos relacionados con el consumo de sustancias (trastornos inducidos), sino que el uso de estas influye negativamente en la patología psiquiátrica subyacente, por tanto resulta imprescindible realizar un correcto diagnóstico diferencial entre el trastorno inducido y el trastorno independiente y evaluar la influencia del consumo de drogas sobre otros trastornos psiquiátricos, pues esta asociación suele traducirse en un incremento de las conductas agresivas o violentas, en un incumplimiento del plan terapéutico, en la exacerbación de los síntomas psicóticos, en recaídas en la enfermedad psiquiátrica y en un mayor coste asistencial.
Criterios básicos orientativos,
1.- Establecer el diagnóstico diferencial entre el trastorno inducido y el independiente.
a) Establecer una relación entre los síntomas psiquiátricos y el consumo de drogas. Si no existe el diagnostico se orientara hacia una trastorno independiente, por el contrario si observamos relación debemos seguir observando, para explorar las características psicopatológicas y la cronología de los trastornos.
b) Determinar si los trastornos que presenta son más graves de los que suelen aparecer durante los episodios de intoxicación o de síndrome de abstinencia. Si se corresponden clínica y cronológicamente podemos diagnosticarlos como intoxicación o síndrome de abstinencia, y si son más graves o falta la correspondencia deberemos continuar las exploraciones.
c) Realizar un estudio cronológico de la aparición de los trastornos, de los antecedentes personales y familiares y observar si se resuelve el episodio tras un tiempo de abstinencia.
Por tanto, los siguientes datos permitirán decir si es o no posible que el trastorno que padezca el examinado deriva de un trastorno inducido por drogas:
a) El comienzo del trastorno psiquiátrico antes que el consumo regular de drogas.
b) Las diferencias en intensidad, frecuencia y tipo de problemas, siendo muy frecuente que los trastornos inducidos se acompañen de alteraciones del nivel de conciencia y que su remisión es paralela a la eliminación del tóxico;
c) La persistencia del trastorno tras varias semanas de abstinencia;
d) La existencia de antecedentes familiares con el mismo trastorno
e) el fracaso terapéutico tanto de su conducta adictiva como de otros trastornos similares.
4. Pronóstico y actitud frente al problema, así como los tratamientos que esté realizando o intentos terapéuticos.
2.- Evaluación de la influencia del consumo de drogas sobre otros trastornos psiquiátricos.
Según Rubio y Rosenberg (2001) la evaluación puede hacerse recurriendo a medios prospectivos, retrospectivos y objetivos.
Los métodos prospectivos son una variante de la monitorización y por tanto una alternativa a la observación directa. Los métodos retrospectivos se basan en autoinformes referidos a un periodo de tiempo, dependiendo su exactitud de 4 clases de variables:
a) Las características del paciente (sobriedad, deseabilidad social de la respuesta);
b) Factores que aumentan o disminuyen la exactitud de la respuesta (empatía con el terapeuta, confidencialidad de la entrevista, momento de la entrevista, etc.);
c) Factores motivacionales relacionados con lo que espera obtener; y
d) Capacidad cognitiva, pues el deterioro de la atención, la comprensión verbal, o de otras funciones, pueden influir en la exactitud de las respuestas.
Los métodos objetivos incluyen los análisis de orina, sangre, aire espirado y pruebas de laboratorio que pueden orientar sobre el consumo reciente, sobre las consecuencias del consumo crónico de una sustancia, etc.
Pronóstico y actitud frente al problema, así como los tratamientos que esté realizando o intentos terapéuticos. En la valoración del pronóstico del drogodependiente, tanto desde la peligrosidad criminal como del pronóstico medico, teniendo en cuenta que desde este punto de vista es una enfermedad crónica y con tendencia a la recaída, es muy importante tener en cuenta una serie de elementos que de alguna manera condicionaran el éxito o el fracaso de la asistencia medica o psicosocial al problema:
1.. La motivación para el consumo.
2.. La motivación para abandonar el consumo.
3.. El Plan terapéutico. En la asistencia a un drogodependiente deben plantearse objetivos variables que intenten llegar a la abstinencia absoluta y la plena integración social, pero sin olvidar que en muchas ocasiones sólo se consiguen objetivos intermedios pues como dicen Gonzalez y Rubio (2001) la drogodependencia es una enfermedad crónica con recidivas que se inicia con el primer consumo gratificante y está expuesta a recaídas motivadas por factores individuales y del medio.
Desde esta perspectiva una correcta actuación requiere un planteamiento de objetivos con un orden de prelación:
1) Conseguir la abstinencia lo más prolongada posible, siendo lo ideal de por vida.
2) Identificar el trastorno psiquiátrico que generó la conducta o los trastornos inducidos por el consumo para implantar el tratamiento adecuado.
3) Diagnosticar y tratar las patologías orgánicas relacionadas con el consumo.
4) Modificar los hábito de consumo para reducir los riesgos derivados de la forma de uso, intentar disminuir o sustituir la sustancia etc.
5) Disminuir el proselitismo;
6) Aliviar la carga policial, judicial y penal.
7) Mejorar la actitud de aceptación social de su drogodependencia para evitar la marginación que perpetúe los hábitos.
Por ello un Plan terapéutico integral debe realizarse en 4 fases:
1) Acogida: para evaluar la demanda y entorno del paciente para establecer el programa personal específico
2) Desintoxicación: que puede realizarse por extinción lenta o brusca y de forma ambulatoria y hospitalaria en dependencia de los apoyos, y la situación orgánica y psíquica del paciente.
3) Rehabilitación o Deshabituación: Es un proceso terapéutico de duración variable pero en general largo durante el cual el paciente restablece su estado psicofísico y aprende a abordar los conflictos para conseguir una cultura de rechazo a la droga que le propicie un cambio en el estilo de vida.
4) Reinserción: la nueva adaptación al medio familiar, social y laboral.
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